jueves, 27 de octubre de 2016

Apuntes para el análisis internacional

En este artículo se hace referencia a dos escritos que se pueden encontrar en esta misma página, son La comprensión como ánimo y Y que los de abajo nos enteremos.

APUNTES PARA EL ANÁLISIS INTERNACIONAL

Una introducción necesaria como primera entrega

Desde hace bastante tiempo vengo expresando en determinados ámbitos militantes una preocupación por el análisis desenfocado de la situación internacional que se está haciendo en sectores cercanos y que, a mi entender, perjudica al propio trabajo que tenemos que llevar a cabo. Concretamente, donde veo más problema es en todo lo referente a Oriente Medio y al “mundo del Islam”, que no en balde constituye la zona de mayor desestabilización y de guerras inducidas por el imperialismo desde hace dos décadas; una desestabilización que, después de años sembrando lejos tanto sufrimiento, ha terminado por acarrear consecuencias en forma de ataques en las propias metrópolis del “primer mundo”, conllevando el fortalecimiento de las políticas antiterroristas a todos los niveles, incluido el mediático, lo que nos obliga a un mayor esfuerzo de clarificación en el campo occidental al aumentar sobremanera la intoxicación y agresión precisamente mediáticas. 

  En realidad, la preocupación por el análisis internacional viene de lejos, como puede constatarse en escritos redactados desde hace más de una década1. En línea con lo que ya se decía entonces, puede resumirse en dos los elementos negativos que se desprenden de ese análisis internacional que desgraciadamente ha “sentado cátedra” entre nosotros más de la cuenta; elementos negativos, por supuesto, desde el punto de vista del fortalecimiento de la causa revolucionaria antiimperialista y por el socialismo, que es, en realidad, lo que más puede neutralizar la tendencia sistémica a la guerra. 

Por un lado está el excesivo recurso a la teoría de la conspiración que, al fin y al cabo, exacerba el poder imperialista (que todo lo puede) y que, además, no tiene en cuenta las propias contradicciones entre potencias incluso dentro del bloque de aliados occidentales. Y por otro lado se da la simplificación que se hace de las causas que animan a resistir a los mortificados pueblos de Oriente Medio y la injusticia que se comete con ellos al impedirnos estar a la altura de la solidaridad que necesitan, más allá de la opinión que podamos tener de las políticas y actuaciones que defiendan, así como de los manejos geoestratégicos reaccionarios en que ciertamente a menudo se ven inmersos. Todo esto fue ya tratado en esos trabajos referenciados anteriormente.

En los últimos años -con la persistencia de la desestabilización imperial de toda aquella región y su corolario de nuevas guerras, donde a la exacerbación de intereses regionales contrapuestos se le suma las consecuencias de la devastación de Irak y la destrucción de su Estado- he retrasado ahondar públicamente en el análisis internacional porque “meterle mano al asunto” se había vuelto mucho más delicado. Pongamos como ejemplo importante todo lo referente a cómo realmente el llamado Estado Islámico llegó a interrelacionarse con factores y elementos, tanto populares como militares, estrechamente vinculados con las estructuras destrozadas y humilladas provenientes de las administraciones estatales iraquíes de la época de Sadam Hussein. Aunque de esto apenas se habla, lo cierto es que esa interrelación ha ocurrido más allá de las colusiones y permisividades, ya históricas ya presentes, que se hayan estado dando entre aparatos de inteligencia occidentales y grupos armados islamistas.

Efectivamente, todo se ha vuelto mucho más delicado tras años de barbarie acumulada desde la primera Guerra imperialista del Golfo en 1991. Mucho más delicado porque había y hay que dificultar malinterpretaciones que nos desvíen de un objetivo que es absolutamente principal: considerar como víctimas del imperialismo al gobierno de Siria, como ayer el de la Libia de Gadafi y antes de ayer al de Irak de Saddam Hussein, y por los que hemos tenido que apostar en las guerras que se han visto obligados a llevar sin que cayéramos en ese ninismo que tanto daño ha venido haciendo desde 2011.

Pero son tan disparatadas no pocas interpretaciones y afirmaciones que se suceden en relación a todo el entramado de aquella región –interpretaciones realizadas incluso desde una sana intencionalidad antiimperialista- que se hace de obligado cumplimiento adelantar una serie de tesis y datos que compensen en alguna medida tanto despropósito de análisis como se está cometiendo. Y es que no podemos avalar cualquier argumentario ni permitir que la nueva solidaridad con aquella esquina agredida, por ejemplo en Siria, comprometa nuestra anterior solidaridad con esta otra, por ejemplo en Irak, por más que ambas puedan entrar en colisión por factores regionales, ideológicos e históricos. Porque, veamos, ¿vamos a silenciar las masacres en Faluya o Ramada por tropas y milicias bajo el actual gobierno de Bagdad, que nunca habría estado ahí sin unas atroces invasiones estadounidenses que contaron con una amplia complicidad o pasividad que incluso implicó a países a los que ahora les ha tocado el turno de la barbarie? ¿Y ahora, cuando se escriben estas líneas, no hay nada que decir sobre Mosul porque de nuevo lo que en justicia tendríamos que decir no encaja con lo que hemos venido diciendo últimamente?

Parece evidente que si desde hace casi dos décadas se hubiese comprendido las intenciones y límites de la intervención imperialista, principalmente de los EEUU, muchos no estarían metidos en un verdadero atolladero argumentativo. Por ello, no estaría mal, a la hora de adentrarnos en el análisis internacional, volver sobre lo que se planteaba hace más de una década como punto de partida. De haberse seguido la línea de análisis entonces defendida, no se habría caído en flagrantes contradicciones argumentativas al tener que ir expresándose nuevas solidaridades conforme la intervención imperial iba avanzando en su agenda de agresiones. En suma, desde el final de la Guerra Fría, los EEUU han actuado alimentando, realimentando y generando muchas contradicciones y atrapando en ellas a muchas víctimas. De sangre y de razón. Estaría bien no contarnos entre las segundas a fin de contribuir como debiéramos a que la barbarie inducida desde estados “tan civilizados” como los nuestros no siga generando más de las primeras víctimas: las de esa sangre tan impunemente vertida que tendríamos que sentir más cercana. Como venimos diciendo en Red Roja, las tareas para frenar tanta ignonimia nos incumben más de lo que parece. En este sentido, es claro que a nuestro análisis le queda camino por recorrer para estar con eficacia a la altura de nuestra obligación militante.

Termino esta introducción con unas palabras acerca del formato elegido, lo más parecido a unos apuntes por entregas. De entrada, este formato viene impuesto por la necesidad de respeto al rigor y a la humildad que se exigen por escribir sobre un asunto tan trágico y que coge tan lejos; por tanto, desde la convicción de que hay muchas cuestiones y detalles que se nos escapan. Estamos, pues, ante un vasto asunto que exige volver sobre él constantemente para ampliar y precisar lo dicho, y que requiere, en definitiva, de un trabajo verdaderamente colectivo. A veces, entonces, se tratará de dar una serie de datos y noticias mínimamente comentadas para abrir una línea concreta de investigación. No se está en el punto de ofrecer ya un trabajo completo.

Pero, por otro lado, no cabía más estar a la espera sin decir nada hasta tenerlo “todo cerrado, investigado y contrastado”. No podía dilatarse más el dar a conocer una serie de datos y conclusiones que, como mínimo, están mucho más contrastadas y son mucho más fieles a la coherencia y al rigor que gran parte de las afirmaciones que se están haciendo, a menudo de forma simplista y forzada, entrando tan en contradicción unas con otras que finalmente lo que se dibuja es un escenario, como se ha dicho, lleno de disparates. En las entregas sucesivas habrá partes más elaboradas que incluso podrían “desgajarse” como artículos individualizados, y otras que tendrán mucho de esquema en espera clara de ulteriores desarrollos.

Vicente Sarasa

Cádiz, 25 de octubre de 2016 
 

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